Rubén Rézola hizo historia

Rubén comenzó con esta pasión en el lago del Club Quilla cuando era muy chiquito.

Nota completa para conocer un poquito mas de este campeón.

El palista santafesino Rubén Rézola se adjudicó la medalla dorada en los Juegos Panamericanos de Canadá, transformándose en una de las figuras de la delegación argentina. De este modo, a los 24 años, subió una vez más a lo más alto de un podio importante.

Fueron muchos años dedicados al entrenamiento, con sacrificio, entrega y horas de trabajo, las que permitieron que ahora se disfruten y sean un ejemplo para todos nuestros deportistas.
A su regreso, Rubén visitó El Litoral y nos comentó esta experiencia que vivió con emoción y muchas expectativas y que abren la puerta de su futuro, que tiene como meta los Juegos Olímpicos 2016.
Mano a mano
—El año tuyo no comenzó muy bien, ya que te lesionaste.
—Sí, el inicio fue difícil y pensé que la lesión en el hombro me llevaría mucho más tiempo de recuperación; que sería duro volver al máximo nivel, pero estando aquí en mi casa, con el apoyo de mi familia, médicos y entrenadores pude superarla. Inmediatamente, participé de las fechas de la Copa del Mundo, quedando sexto y noveno en la final A. Después seguí trabajando con el poco tiempo que me quedaba para poder llegar bien a los Panamericanos.
—En el proceso hacia Canadá, hubo mucho trabajo previo, concentraciones y competencias.
—Comenzamos en Buenos Aires, entrenando y concentrando; mientras que yo también trabajé solo aquí en Santa Fe, que es lo que más me gusta; me hace sentir mejor psicológicamente. Luego, nos fuimos a entrenar a Canadá y la preparación fue específica, en mi individual K1 y junto a Ezequiel Di Giácomo en K2.
—¿Cómo te llevás con Ezequiel?
—Muy bien, somos del mismo club, Reserva Natural de Granadero Baigorria, y nos conocemos mucho. Corrimos y ganamos nacionales, sudamericanos, panamericanos. No sólo somos compañeros de embarcación, sino también amigos.
—¿Qué pasó en K1 que terminaste cuarto y tenías muchas expectativas?
—Pasé la serie clasificatoria con el segundo mejor tiempo, estaba Brasil también en esa prueba y me sentí muy bien, si bien había viento en contra, pude clasificar bien. En la final, había mucho más viento en contra, salí desde el inicio a ganar y eso me jugó una mala pasada. El desgaste de romper el viento en contra me perjudicó el final. Estuve cerca y considero que para el Campeonato Mundial de Roma voy a andar mucho mejor. El K1 es lo que me gusta realmente. Es como que me cuesta entrenar en calor, siempre tiro mejor la segunda prueba que la primera, esta vez, en la primera anduve más o menos y en el K2 me sentí muy bien.
—¿Y llegó la medalla dorada tan ansiada?
—Desde chicos, con Ezequiel remamos de esa forma, anduvimos fuerte. El entrenador confió en nosotros y pudimos responderle ganando. Por rendimiento, hubo un selectivo interno y nosotros habíamos logrado los mejores tiempos del equipo argentino.
—¿El podio tuvo una sensación especial?
—La emoción fue total, cuando llegamos a la línea de meta y ganamos, el desahogo fue impagable. Gritamos, celebramos, fue en conjunto, con los entrenadores, todo el grupo del equipo, que nos apoyaron y alentaron en todo momento.
—¿Cómo viviste la experiencia de convivir en la Villa?
—En realidad, fue muy poco el contacto con los otros atletas, ya que corríamos a 140 kilómetros de la Villa, estábamos siempre de paso, además este deporte te exige descanso, alimentación, cuidarse mucho. Nuevamente, nos perdimos la ceremonia inaugural porque corríamos en las primeras fechas.
—¿Los botes les llegaron sobre la hora?
—Los botes fueron adquiridos en Portugal, tuvieron que enviarlos a la Argentina y después a Canadá. Llegaron 5 días más tarde de lo acordado, no pudimos entrenar con ellos y directamente entramos en contacto con ellos en el lugar de competencia. Entrenamos con otros botes y cuando nos dieron los de competencias, mi K1 era igual al que uso siempre, pero el K2 era más grande. Sólo tuvimos una semana para probarlos bien.
—¿El Enard los apoyó?
—Sí, vienen trabajando muy bien. En la cuestión de los botes, no tiene nada que ver el Enard, sino las empresas que ellos contratan para los traslados. Gracias a las becas que nos dan podemos competir en alto nivel y está bien, es una gran ayuda.
—¿El próximo objetivo son los Juegos Olímpicos?
—En 2016, son prioridad absoluta. Espero poder clasificar, tengo la chance del Mundial de Roma, Italia, y también luego hay un repechaje en Atlanta (Estados Unidos). Debo estar entre los ocho mejores tiempo del mundo y me tengo mucha fe para lograrlo.
—¿Cómo siguen tus entrenamientos?
—En los primeros días de agosto, nos vamos a República Checa a entrenar, luego a Italia a competir. No conozco todavía las canchas, pero sé que ya se hicieron clasificatorios olímpicos. Otra chance es el Panamericano Preolímpico de Estados Unidos. Los tiempos que hicimos en Canadá no son los reales porque hubo mucho viento en contra, estimo que estaré dos o tres segundos menos seguramente. Los medí en tiempos en las Copas del Mundo y estuve a 6 ó 7 segundos de los primeros. Ahora, voy a hacer trabajos aquí, luego lo específico en velocidad y llegar a Milán con lo mejor del año. La clasificación a Brasil 2016.
—¿En qué mejoraste vos como persona y deportista desde aquellos Juegos Panamericanos de hace cuatro años?
—Estoy mucho más maduro en todo aspecto. Si comparo con Guadalajara o Londres, se nota la diferencia, de capacidad de entrenamiento, de responsabilidad, la forma de ver las cosas, como plantearte una carrera. Ahora, es como vivir mi vida normal, estoy muy centrado en lo que estoy haciendo que es un trabajo, lo que me gusta y quiero rendir al máximo en todo.
—¿Cómo te ves después de cumplir tu ciclo de competencia deportiva?
—Me gustaría hacer otra cosa que me guste, estudiar kinesiología, por ejemplo, siempre vinculado al deporte. Me gusta la velocidad, los fierros... el automovilismo.

Fuente: Diario El Litoral